Un niño y su padre caminaban
entre las montañas. De repente, el hijo tropezó y cayó al suelo gritando
Aaahhh!
Para su sorpresa, oyó una voz a lo lejos que gritaba como él.
Para su sorpresa, oyó una voz a lo lejos que gritaba como él.
Con curiosidad el niño preguntó:
¿Quién está ahí?
¿Quién está ahííí…? Le respondieron.
¿Quién está ahííí…? Le respondieron.
Molesto con la respuesta, el
niño gritó: Cobarde. Pero le respondieron de la misma manera: Cobardeee…
El niño desconcertado le
preguntó a su padre: ¿Qué sucede papá?
El padre, sonriendo le dijo: Hijo mío, presta atención.
El padre, sonriendo le dijo: Hijo mío, presta atención.
Se levantó y dirigiéndose a la
montaña, gritó: Te admiro.
La voz respondió: Te admirooo...
Volvió a gritar: Eres un campeón.
Y la voz le respondió: Eres un campeónnn...
La voz respondió: Te admirooo...
Volvió a gritar: Eres un campeón.
Y la voz le respondió: Eres un campeónnn...
El niño estaba asombrado y no
entendía. Se llama Eco, le explicó el padre, aunque en realidad es la vida. Te
devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente un reflejo de
nuestras acciones.
Si deseas más amor en el mundo,
crea más amor a tu alrededor. Si deseas felicidad, da felicidad a los que te
rodean. Si quieres recibir una sonrisa, sonríe a los que conoces.
Esta relación se aplica a todos
los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso, exactamente aquello que tú
le has dado. Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo tuyo.
Alguien dijo: Si no te gusta lo
que recibes de vuelta, revisa muy bien lo que estás dando...
Aprendí y decidí... Y así
después de tanto esperar, un día como cualquier otro decidí triunfar... y
decidí no esperar que llegaran las oportunidades, sino salir yo mismo a
buscarlas.
Decidí ver cada problema como la
oportunidad de encontrar una solución, decidí ver cada desierto como la
oportunidad de encontrar un oasis, decidí ver cada noche como un misterio a
resolver, decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día descubrí que mi único
rival eran mis propias debilidades, y que en ellas mismas está la única y mejor
forma de superarnos. Aquel día dejé de tenerle miedo a fallar, o perder y
empecé a tenerle miedo a no intentar ganar. Descubrí que yo no era el mejor y
que quizá nunca lo fui, me dejó de importar quién ganaba o perdía, ahora lo
único que me importa es simplemente saberme mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil no es
llegar a la cima, sino jamás dejar de subir. No llegar a una posición, sino
mantenerme.
Aprendí que el mejor triunfo que
puedo tener es el derecho a llamar a alguien "Amigo".
Descubrí que el amor es más que
un simple estado de enamoramiento, el amor es una manera de vivir.
Aquel día dejé de ser un reflejo
de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este
presente; aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de
los demás.
Aquel día decidí cambiar tantas
cosas... aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad,
desde aquel día ya no duermo para descansar...ahora duermo para soñar.
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