martes, 26 de junio de 2012

Un regalo de Dios

Cuando nacemos, nuestros padres nos dicen que somos el regalo más hermoso que Dios les ha otorgado. De igual manera ellos  son para nosotros el regalo más grande que Dios nos ha
 dado y eso hay que agradecerlo siempre.

Estos maravillosos seres, que están siempre cerca, amándonos,
cuidándonos, enseñándonos  son nuestros mejores guías, ayudantes,  consejeros, todo esto y mucho más.

¿Qué aprendemos en la familia?

La familia es la primera escuela de amor. En ella aprendemos a sentirnos aceptados, amados y queridos. También aprendemos a valorar a nuestros padres y hermanos por el modelo que nos ofrecen ellos.

En la familia nos formamos el concepto y la estima que nos tenemos a nosotros mismos: si nos sentimos aceptados y apreciados por nuestros padres y hermanos, desarrollaremos una estima positiva de nosotros mismos; si no nos sentimos aceptados y queridos como somos, probablemente manifestaremos una baja estima, inseguridad y mal comportamiento porque no nos sentimos como personas dignas y valiosas.

La familia es una escuela de valores. En ella aprendemos a apreciar y a valorar lo que es importante para nuestra vida: el respeto, la honestidad, la responsabilidad, el amor, la amistad, el hablar con la verdad, la honradez, la ayuda mutua, la solidaridad entre todos…

En la familia adquirimos nuestra propia identidad, tenemos un nombre propio y un apellido, ocupamos un lugar, nos hacemos únicos, exclusivos e irrepetibles. Aprendemos y conservamos nuestras raíces, tradiciones, símbolos y costumbres familiares; lo que nos da también identidad como familia.

En la familia formamos primeramente nuestro carácter y personalidad. Aprendemos el esfuerzo, la constancia, la lucha contra las adversidades, la fuerza de voluntad, el orden y la disciplina.
Es en la propia familia en donde nos vamos definiendo como persona, lo que somos y lo que queremos ser. En la familia vamos construyendo nuestros propios proyectos de vida con el apoyo de nuestros padres y hermanos.
En la familia aprendemos a dar sentido y trascendencia a nuestras vidas. Aprendemos a tener fe y esperanza en el ser humano y en el mundo. Aprendemos a valernos por nosotros mismos.

·  En la familia aprendemos a convivir, a aceptarnos los unos a los otros en nuestra diversidad, a ser flexibles y tolerantes, a resolver nuestras diferencias a través del amor, el aprecio, el diálogo y la paz.

En la familia aprendemos a perdonar y a recibir perdón; a agradecernos lo que hacemos los unos por los otros; a reconciliarnos; a afrontar juntos los momentos difíciles; a sentir la comprensión y el apoyo que necesitamos.

En la familia aprendemos a apreciar y valorar lo que está bien y a diferenciarlo de lo  que está mal; lo que es correcto y lo que es incorrecto. Lo que dignifica al ser humano y lo que lo humilla y lo degrada.

La familia nos proporciona los principios éticos fundamentales y los valores universales como el respeto a las personas y a su dignidad, el no disponer de lo que no es nuestro, el decir la verdad, el proceder con honestidad… para conducirnos en la vida como seres humanos de bien.

Finalmente, y entre otras muchas cosas, la familia nos ofrece los primeros modelos de cómo tratar y valorar el ser humano.


La unión familiar no se plasma en una fotografía, se va tejiendo todos los días con pequeños detalles de cariño y atención, sólo así demostramos un auténtico interés por cada una de las personas que viven con nosotros.